EL ESFUERZO PARA REPONER LA ENERGIA
Quienes entendemos que las Energías Renovables (EERR) deben potenciarse hasta sustituir, en la medida de lo posible, a otras formas de la energía, principalmente las Energías Fósiles (EEFF) generadoras de CO2 y contribuidoras al Cambio Climático (CC), defendemos que se pague por el consumo de energía su “precio real”, que intuimos debe ser bastante superior al “precio nominal” (el que realmente estamos pagando). El problema es saber cual es el “precio real” de la energía; actualmente un problema difícil.
Un capítulo aparte merecen los biocombustibles y la nuclear (fisión) como fuentes de energía que casi no contribuyen al CC, pero con diferentes repercusiones ambientales, sociales, políticas y económicas. En el primer caso, perteneciente a las Energías Renovables, como alternativa a las EEFF para el transporte. En el segundo caso, no perteneciente a las EERR, como alternativa a las EEFF para la generación eléctrica y el mantenimiento del equilibrio del sistema eléctrico (al menos hasta que evolucione lo suficiente la tecnología de fusión).
Se suele coincidir en que es difícil conocer el precio real de las EEFF (nos referimos a las que se derivan del petróleo, gas y carbón, sin incluir a las cogeneraciones sujetas a “prima”) ya que el precio nominal no incluye tres factores importantes:
1) Coste real de la energía asociada a la fabricación de los equipos (turbinas y generadores eléctricos, por ejemplo) y componentes que constituyen el soporte de generación (Planta Generadora), así como todo el proceso necesario hasta su puesta en funcionamiento (normalmente, a través de la amortización se está considerando el precio nominal de la energía). No solemos calcular el valor de esta componente, considerándolo virtualmente cero. En cualquier caso, sería un coste pequeño si consideramos la potencia de estas Plantas y su vida activa.
2) Su coste de “generación”, entendiéndolo como “coste de reposición”, ya que las tomamos tal cual las ofrece la naturaleza. En el cálculo del precio asociado, a este componente le damos valor cero. Realmente sería muy difícil su cálculo ya que esa energía primaria ha sido “almacenada” por la naturaleza en un proceso muy largo, virtualmente imposible de repetir.
3) El coste de sus efectos colaterales: Como por ejemplo, la contaminación (del tipo que sea) y el Cambio climático. A este componente también le damos valor cero directamente, aunque de forma diferida y a través de los efectos sobre las personas y la naturaleza podríamos asignarle un valor (valor simbólico, ya que esos efectos son difíciles de anular). En el caso de la contaminación, algunos costes se van incorporando al precio (caso de la eliminación del azufre en el petróleo). El efecto colateral relevante sería el CC, de consecuencias imprevisibles.
En cuanto a las energías renovables, parece que sería posible conocer su precio real (nos referiremos en particular a la energía eólica y a la fotovoltaica, aunque esto sería extensible a otras renovables). Siendo la fuente primaria (en última instancia el sol) renovable por definición, otros costes deberían ser tenidos en cuenta:
1) Coste real de la energía asociada a la fabricación de los equipos (placas solares, por ejemplo) y componentes que constituyen el soporte de generación (Planta Generadora), así como todo el proceso necesario hasta su puesta en funcionamiento (normalmente, a través de la amortización se está considerando el precio nominal de la energía). Como en el caso de las EEFF, a este componente le damos valor cero. Este coste, aunque pequeño, posiblemente sea mayor que el equivalente para las EEFF, en particular para las Plantas fotovoltaicas.
2) Su coste de “generación”, entendiéndolo como “coste de reposición”. En el caso de las energías renovables, no tenemos dudas: Su coste es cero, ya que se renueva de forma natural en un tiempo asumible.
3) El coste de sus efectos colaterales como, por ejemplo, la contaminación visual y acústica, así como otras perturbaciones al mundo natural. Como en el caso de las EEFF, resulta difícil poner valor a este coste.
En resumen, todo consumo de energía conlleva costes que no están explícitos, pero que se pondrán de manifiesto en el Largo Plazo (LP). En la medida en que ese LP sea más largo, los costes apuntan a ser más altos llegando a poder ser imposible de asumir. Es decir, nuestro consumo actual de energía está hipotecando a las generaciones venideras. ¿Qué podemos hacer para evitarlo? Una primera aproximación sería “paguemos la energía al coste de reposición” (¿Puede otro concepto ser más real que éste?). El adoptar esta postura nos separaría de forma clara a las dos categorías de energías primarias: Las EEFF y las EERR, cuya diferencia fundamental es su incidencia sobre el cambio climático. Quizás sea muy drástica esta primera aproximación, pero serviría para reflexionar. ¿Cuál es el coste de reposición del petróleo, gas o carbón? La respuesta que nos venga a la mente no debe ocultar la otra cuestión: ¿Cuál es el coste de reposición de un Kwh eólico o fotovoltaico, aunque el “coste de reposición del sol” sea nulo?
Tanto las energías renovables como las energías fósiles, tienen costes que no estamos asumiendo, pero la balanza se inclina a favor de las renovables: Parece que está claro que no contribuyen al CC, sobre todo cuando la energía a la que se refiere el “apartado 1” anterior proviene, a su vez, de EERR. Lo que debemos plantearnos es cómo minimizar el impacto de las EERR en la naturaleza. Parece que la forma más efectiva es pagar la energía conforme a su coste real, es decir, su coste de reposición.
Entendemos que la Economía Mundial no puede plantearse actualmente un cambio radical en la estructura de costes de las empresas y de las familias, en lo referente a la utilización de la energía. Debemos asumir que tenemos que seguir “tirando de estantería” en cuanto a las EEFF, pero no dejemos la “estantería vacía”, ya que corre peligro de desestabilizarse de forma irreversible. Para ello, establezcamos una senda de crecimiento de la Economía Mundial que nos conduzca en un plazo razonable a un nuevo equilibrio en el uso de la energía, de forma que la componente principal provenga de las EERR y sea marginal el uso de las EEFF. Otra cuestión que podemos plantearnos es: ¿Qué hacemos quemando derivados del petróleo y gas? ¿Porqué no reservarlos para otro uso de mayor valor añadido?
En el caso particular de España, la política energética (tímidamente a favor de las EERR), debe soportar el lastre del “déficit de tarifa” o “déficit tarifario” (DT). Este déficit debe ser asumido por todos los españoles en sus impuestos. Pero, ¿qué alimenta el déficit de tarifa eléctrico? Principalmente las “primas” pagadas a las EERR y – porqué no decirlo – el beneficio de “las eléctricas”. Tampoco debemos olvidar que el DT es anterior a las renovables y venía a compensar una política energética nefasta y engañosa: No subir el “recibo de la luz” atendiendo a los costes de las Compañías Eléctricas. No cabe duda de que las Compañías Eléctricas tienen derecho a un beneficio justo capaz de incentivar suficientemente el capital invertido, su renovación y ampliación. Pero, ¿por qué este beneficio lo debemos pagar todos los españoles mediante impuestos? Deberían pagarlos, al igual que las “primas” a las EERR, los usuarios de la energía eléctrica. El problema es que, en España, la política energética (como otras muchas políticas) deberían ser Políticas de Estado (y no lo son).
En resumen: En España, no solo no pagamos la energía eléctrica a su “precio real”, sino que la pagamos por debajo de su “precio nominal”, mientras éste no incluya el DT. El precio de otras energías, como es el caso de los combustibles derivados del petróleo para automoción, están soportando una importante componente impositiva. Esta gran divergencia debería ser corregida en el futuro, cuando hayamos llegado a un nuevo equilibrio en el uso de la energía, en particular la eléctrica proveniente de las energías renovables. Parece claro que la política energética española debe ser reconducida, pero ¿quién estará dispuesto a asumir el coste político de esa reconducción? Y entre tanto, ¿qué podemos hacer los que estamos preocupados por este problema?
- Una propuesta de actuación
Ya existen comercializadoras de electricidad proveniente de energías renovables en exclusiva, pero al precio de tarifa. Si fuéramos coherentes con el planteamiento expuesto, estaríamos dispuestos a pagar “algo más” por el Kwh, con la condición de que ese “algo más” alivie el déficit tarifario. O dicho de otra forma, ¿estaríamos dispuestos a consumir energía eléctrica de renovables haciéndonos cargo de su respectiva “prima” o parte de ella? Hagamos nuestras ofertas: ¿Cuantos Kwh renovables estamos dispuestos a consumir y a qué precio? Esta es la senda que nos conduciría a pagar por el consumo de electricidad su “precio real” que, si se corresponde con el “esfuerzo para reponer la energía” sería un esfuerzo decreciente con la evolución de la tecnología.
FUENTE | Francisco Vicente Valero ITI y Dr. en CCEE y EE
Información Bitacoras.com…
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